Quizás sea esta época, cuando el sol apenas calienta, cuando un paseo por la vega sea la actividad más agradable que pueda uno realizar. Es saludable, pues se hace ejercicio, es gratuita, es agradable a la vista, por el color amarillento del paisaje, menos al oído, aunque también se pueden escuchar las aves o, simplemente, los pasos sobre la tierra del camino, aunque depende de la zona, es reconfortante, pues nos acerca a lo poco que queda por estos lugares que nos recuerda la naturaleza, en definitiva, un tesoro que nos está esperando cada día. A mí personalmente me gusta esta estación del año y no temo al frío, al contrario, desde las cuatro y diez, por recordar a Aute, me calzo las botas, cojo mis bastones de marcha nórdica y cual aventurero, comienzo a caminar por el margen derecho del Salado hasta su desembocadura con el Genil. Sobre el puente sobre el río Genil alzo la vista hacia la sierra y me animo al ver la nieve, poca para esta época, que cubre sus cimas. Y continúo, marge